miércoles, 9 de agosto de 2023

Cual es el mejor cristianismo.

Andaban los años 2000. Me habia casado y habia perdido la dinamica intensiva de retiros, visitas y actividades a grupos de la Renovación. A su vez me había apartado de la práctica quedandome solo la misa dominical y esto apenas. Y despues de un tiempo de cierta frialdad, tal vez deslumbrado por las novedades de la vida matrimonial que comenzaba a mis 40 años, con el nacimiento de mis hijas y todo lo que conlleva, después volvió a reaparecer mi necesidad espiritual. Ahora me preguntaba a todas horas cual era el centro, el núcleo del cristianismo. Así empecé a aclararme de cual habia sido mi verdadera motivación al estar aparentemente tan vinculado a la Iglesia. Encontré todo tipo de móviles desechables, amistades, prestigios alimentados por ser un personaje público en los grupos, necesidad del aplauso en las canciones y las oraciones, etc. Pero el centro de mi cristianismo no era lo que intentaba descubrir. Poco a poco empecé a descubrir que era Cristo. Que era la vida, el acontecimiento de encuentro y vida con Cristo, y concretamente era la cristificación. La misteriosa transformación en otro cristo que me hacía ser autenticamente yo mismo porque me liberaba de lo que no era yo, de lo que me mataba y me mentía, del demonio que hace vivir fuera de mi, y me hacía ser por el Espìritu Santo un hombre que hacia las obras del Hijo de Dios, un hijo de Dios unido al Hijo Unico. Y esa transformación progresiva era el fin de la vida de la Iglesia. Una transformación donde el yo individual, querido por el Padre, devenía en un Yo amplio que oraba al Padre como uno solo, el Hijo que se vuelve al Padre, Jesús mismo que ora el Padre nuestro y todos oramos en comunidad. El Cuerpo de Cristo, la verdadera y unica Iglesia orando y recibiendo el Reino de Dios para todas las criaturas. Después concreticé esta renovación cristiana en la oración del Padre nuestro. Descubrí matices como que se desplegaba en cada parte en una Encarnación que descendía desde lo más inconcebible y sublime, los Cielos, desde donde se nos mostraba su Nombre Santo para santificarlo con nuestra vida. El Reino, el reinar de Dios. Un vez, me llamó la atención que el Evangelio es una Palabra de poder para aquel que acoge el don de Dios.La acción del Espiritu Santo cambiando ese hombre para la muerte, en un hombre hacia la vida y la verdad, Cristo actuando en la vida del elegido y que ha aceptado ese amor de Dios. Cristo es el centro, vivido en la acción del Espiritu Santo que testimonio de él, te une a él y te transforma en él, y te hace vivir la misma intimidad de Jesús clamando en ti Abba. Con el tiempo preferí ampliar, a costa de no centrarme sólo en el Padre nuestro, los demás tipos de oración, como la alabanza, las lenguas, la Leccio, la espiritualidad carmelitana, la misa y el Rosario. Y todas para unificarse en una dinamización según el poder de la acción del Dios en mi vida. La Renovación quedó atrás, y con el tiempo ha derivado a una version americana donde el sacerdote hace de hombre orquesta, y no me entusiasma precisamente porque lo bueno de los grupos de oración es que nadie era, o debiera ser el protagonista, sino el mismo Señor Jesús. Y cual será el mejor cristianismo. Evidentemente el que obedece al Señor que te habla y te lleva a la santidad. El que purifica su oración, su apostolado y su relación con los hermanos para que quede cada vez más intensidad de amor a Dios.