lunes, 21 de marzo de 2011

Orar el Padre nuestro es vivir el cristianismo

No sabemos mucho, quizás en otro tiempo pensabamos que algo sabíamos y ahora sabemos que sabemos demasiado poco. Igual en ciencia que en el compendio que entendemos como Revelación. Datos que se generalizan para extraer un mensaje cada vez más extensivo pero menos concreto. No hay datos sobre la Creación, ni siquiera si existe tal momento de esa explicación mitológica. Podemos forzar la realidad para hacerla coincidir con el mito, pero en ese esfuerzo hacemos falso lo que tiene de verdadera y válida la Revelación, Jesucristo. Cuando un sacerdote astrónomo hizo valer la teoría de Big Bang la Iglesia creyó que esa era la traducción ciéntifica del relato de la Creación, y en sí solo es una acontecimiento que encierra la realidad hasta donde sabemos, dejando todo lo demás sin conocer, pero no sin existir. Anteriormente la Tierra encerraba toda la realidad, y ahora apenas es un planeta entre trillones. No hay nada que nos haga descartar que nuestro Big Bang no es un acontecimiento entre otros tantos trillones por decir algo que nos supera.
Asi que el depósito de la fe se vacía de sus verdades inamovibles. Creación, Encarnación y Parusía dejan de ser los tiempos cósmicos para volverse acontecimientos localizados en una cultura limitada por sus concepciones. La antigua de los hebreos y la moderna nuestra.
Y a cambio ¿que nos queda?. Siempre Jesucristo. En el hay una dinámica que absolutiza toda otra concepción, todo ambito de realidad, dimensiones, mentalidades, expresiones de la realidad. Hay una superación de conciencia que nos invita a sumirnos en una espiral de amor que nos hace saltar dimensiones, abrirnos al infinito en su manera de amar. La cruz victoriosa, no la cruz cultural y domesticada, entendida y expresada, sino la que esta viviendo el amor al Padre y al hermano, estableciendo un ambito de salvación que transforma en otro Cristo al que se acerca con fe, recibiendo la resurreción del Resucitado.
Y esa dinamica, esa fuerza de salvación que es el Evangelio es la que vive en el interior de la oración que Jesús nos regaló, el Padre nuestro. En ella nos incorporamos a Cristo, que es la santidad del Nombre, el Reinar de Dios, la voluntad de Dios para cada criatura, el Pan de vida, el perdón, la fortaleza en la tentación y la libertad del Maligno.
Es en resumen el Espiritu Santo que nos santifica y nos une el Hijo de Dios para vivir la vida de hijos del Padre santo, que hacen sus obras para gloria del Padre.

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